Carmen Conde y el faro de Cabo de Palos



Subimos al faro, palmera que se cimbrea cuando el viento sopla amenazador. Nos tendimos en la playa, escalamos rocas agudas, vimos funcionar la radiotelegrafía del Cabo, sembrando chispazos en torno suyo, al mando de un apuesto funcionario llamado Rojas, hombre cordial y generoso. Fuimos felices unos días largos... Carmen Conde


Vista aérea del Faro de Cabo de Palos en febrero de 1934

Huyendo de la tierra caliente, con olivos y naranjos, el brazo del cabo se hunde en el mar bravamente. Penachazo de luz, aspado, rumoroso de olas, el faro se cimbrea con el viento impetuoso que llega de ardientes zonas, desbocándose impaciente de frescura marina. Las playas abiertas al sol contienen barcas, quietísimas en los días de tempestad. Pobres barcas humildes con las que nadie se atreve a hendir las aguas arremolinadas, aunque el hambre empuje el corazón a la aventura más loca. Carmen Conde

Carmen Conde frecuentaba la zona de Cabo de Palos desde 1927 acompañada por su entonces novio Antonio Oliver Belmás. Pero es a partir de 1932 y hasta 1934 cuando se intensifican las visitas. En esos años comienza la colaboración del jefe de la estación radiotelegráfica, Ángel Rojas Veiga, con Carmen y Antonio en la Universidad Popular de Cartagena, las Misiones Pedagógicas, el Cinema Educativo y la Biblioteca Popular de Cabo de Palos.


Los días 27 y 28 de este mes (octubre de 1933) han actuado los elementos del Patronato de Misiones Pedagógicas señoritas Moliner y señores Cobos y Sánchez Barbudo juntamente con los miembros de la Universidad Popular don Antonio Oliver y doña Carmen Conde de Oliver. Cinco sesiones han sido celebradas. Cine educativo del que gozaron una bella muestra de la universidad Popular el domingo pasado, discos seleccionados de gramófono, canciones populares y lecturas comentadas de poesías y prosas líricas españolas. Los niños, locos de entusiasmo y los mayores, el humilde, sufrido y abandonado pueblo de Cabo de Palos, han disfrutado de la alegría y la cultura sana que difunden estas beneméritas Misiones cuyo corazón es el imponderable M. Bartolomé Cossío. Charlas, comentarios, estímulos de la personalidad local: todo cuanto puede hacerse para acercarse al espíritu del pueblo que trabaja y no dispone de otro agrado que el deber que se ha hecho con extraordinario amor. El jefe de la estación Radiotelegráfica  (Ángel Rojas Veiga) ha prestado su ayuda valiosísima a la Misión Pedagógica, prestando el fluido eléctrico necesario para instalar el cine. 
Noticia aparecida el 30 de octubre de 1933 en el diario La Tierra. 


La sede de la Universidad Popular estaba en Cartagena, las clases y conferencias extraordinarias, la biblioteca, tenían carácter fijo y programa establecido como curso. Pero el proyecto de Misiones Pedagógicas abarcaba todo el territorio regional, señala María Victoria Martín González*, "con puntos extremos previamente seleccionados a los que se pretendía acudir para llevar un poco de cultura a quienes tanto carecían de ella. Entre esos pueblos estaban, entre otros, Zarcilla de Ramos en la sierra de Lorca, Fuente Álamo en el interior y Cabo de Palos en el litoral". 


Fundamentalmente Cabo de Palos es una fecha en la vida de Carmen Condeañade María Victoria Martín González, "de 1932 a 1934, una época, la juventud, un estado, recién estrenado el matrimonio y un proyecto humano y social, la Universidad Popular que traduce una idea, la República, también recién estrenada, a través de las Misiones Pedagógicas. Así que Cabo de Palos se convierte en el marco ideal donde se dan cita amor, literatura y entrega humanista, por lo que se incorpora a su vida instalándose en ese lugar privilegiado de la Memoria en donde los recuerdos cobran vida propia y crecen, se transforman mediante el proceso selectivo único que nos es dado para sobrevivir: el de la libertad de pensar, libertad de soñar, libertades que en Carmen Conde tienen un reino exclusivo". 

Carmen Conde



Al igual que Cartagena, La Unión, Melilla, Ifach o El Escorialdice María Victoria Martín González, "Cabo de Palos es un espacio geográfico en el que se recreará repetidamente a lo largo de sus prosas, no así en su verso. Cuando escribe relatos inspirados en el litoral del sureste, en su tierra misma, procura hacer una digresión y recrearse en Cabo de Palos". 


Carmen Conde coordinaba e impulsaba personalmente las secciones de Biblioteca, la sección femenina junto a Josefina Sánchez Bolea y la del Cinema Educativo, "poniendo en este último todo su tesón dado que por entonces desempeñaba el cargo de vocal en el Consejo Nacional de cinematografía educativa, como también impulsó el Archivo de la Palabra, respaldada por el Centro de Estudios Histórico dirigido por el prestigioso filólogo Tomás Navarro Tomás", relata María Victoria Martín. 
 
 
-¡Venid al cine! todas las manos que, juntas en un manojo son de bulto como mi corazón, se me han ofrecido. 
-¡Yo, yo, yo!
-¡Cuesta adelante, en el gris verdoso de la tarde, yo subo con mis alegres compañeras; son niñas muy pobres, hijas de pescadores, que van descalzas pero que sonríen. 
Un aletazo del viento rompe la fila de delantales remendados. 
-¡No tengáis miedo. Estoy yo aquí. Y me incorporo sobre el temblor del aire fuerte como un árbol, llena de hojas diminutas que anhelan la felicidad de las imágenes doradas que yo les he brindado. 
Carmen Conde. "El cine en la playa", del libro Júbilos.

María Victoria Martín destaca la importancia de la figura del farero o torrero tanto en la vida real como en la literaria de Carmen Conde, y en ambas vertientes la atribuye a la persona de Ángel Rojas Veiga.

"El farero que ella conoció se llamaba Ángel Rojas Veiga y se convierte en un auténtico aliado de su campaña cultural. Las dos misiones más importantes se realizaron entre 1934 y 1935 y de ello dan noticia los documentos conservados en el extenso archivo de la escritora y la prensa de la época", dice María Victoria Martín González.

Y en efecto. el diario Levante agrario publicaba el 30 de octubre de 1934 lo siguiente:

Por gestión del Consejo directivo de la Universidad Popular de Cartagena, el Patronato de Misiones Pedagógicas ha concedido una importante y selecta biblioteca al pueblo de Cabo de Palos, que la ha acogido con gran júbilo. Para el mejor funcionamiento y conservación de esta biblioteca han sido nombrados valiosos elementos del pueblo del que forman parte la maestra nacional señorita Carmen García y el señor RojasDiario Levante agrario, artículo titulado "Una Biblioteca para Cabo de Palos".


"La Biblioteca está teniendo gran éxito. Debéis tener en cuenta que hace seis años no había existido aquí ninguna escuela y que únicamente sabía leer un porcentaje muy reducido; la vida intelectual era nula a excepción de una docena de personas hasta la llegada de la Biblioteca", escribe Ángel Rojas Veiga a Antonio Oliver en una de sus cartas

"Rojasel farero, se convierte en el Bibliotecario del pueblo", insiste María Victoria Martín. "Rojas era un contacto directo para la ciudad que proporcionaba con las Misiones cierto movimiento cultural al Cabo olvidado", añade.

Cabo de Palos y la vida de la Universidad Popular seguían siendo noticia en la prensa de 1934: Los diarios El Noticiero y La Tierra se hacían eco de las nuevas sesiones de cinema educativo en el mes de junio:

El domingo diez se verificó la anunciada sesión de Cine Educativo en Cabo de Palos a la que asistieron numerosos niños y mayores de aquel casería que acogieron con regocijo e interés las proyecciones, algunas de ellas, como la película sobre Presión atmosférica, subrayada con explicaciones verbales que facilitaron la fácil comprensión por todos de aquella interesante divulgación de física. El Jefe de Radio, señor Rojas, dio toda clase de facilidades a la Universidad Popular sin las cuales hubiese sido imposible realizar la Misión por carecer aquel pueblo de luz eléctrica. Se dejaron para las escuelas algunos ejemplares de la Antología del malogrado escritor unionense Cegarra Salcedo.
Noticia aparecida el día 12 de junio.

María Victoria Martín hace en su libro referencia a "otro momento importante en la vida del pueblo cabopalense unida a las Misiones Pedagógicas que sucede en 1935: la visita del joven poeta oriolano Miguel Hernández. El matrimonio Conde Oliver había planeado una excursión a Cabo de Palos para agosto de 1935 con el fin de visitar la Biblioteca cedida por la Universidad Popular". 

La prensa destaca la noticia diciendo que acompañó en su visita el exquisito poeta oriolano Miguel Hernández, admirador profundo de estas costas de Levante. Allí, a los pies del faro, leyeron los relatos de Gabriel Miró inspirados en ese espacio y trajeron a sus crónicas a Andrés Cegarra, que tanto amaba esa zona costera. La excursión tuvo el máximo de facilidades para el traslado de quienes quisieran participar, pues contaba con el apoyo de la Junta local del patronato Nacional del Turismo en la persona de su secretario jefe, el señor Martínez Illescas.

Miguel Hernández en Cabo de Palos, 28 de agosto de 1935***

Por admiración y gratitud hacia Oliver, aceptó Rojas Veiga la petición de pronunciar unas lecciones especializada en la Universidad Popular. Así se desarrolló un cursillo con los temas "Principios del movimiento ondulatorio", "Comunicación del movimiento ondulatorio" y "Ondas etéreas y su recepción". Las lecciones, dice Rodríguez Cánovas autor del libro Antonio Oliver y la Universidad Popular de Cartagena, fueron escuchadas por gran número de afiliados, unos pensando en su futuro, otros por ampliar simplemente sus conocimientos. 

Es a partir de 1935 cuando se interrumpe temporalmente la presencia de Carmen Conde en Cabo de Palos. María Victoria Martín lo atribuye a las "demasiadas adversidades" sucedidas: "haber perdido a la hija que esperaba, la muerte de su padre, la enfermedad cardíaca congénita de Oliver, las idas y venidas a Madrid con su pasajera función de inspectora en un orfanato de El Pardo y provisional traslado de Oliver. Y finalmente, en 1936, la Guerra Civil española". Uno de los primeros atentados tras el golpe de Estado fue la destrucción de la Universidad Popular y todo su contenido.

"La guerra -dice María Victoria Martín González- es la brecha incisiva, filosa, que abre un antes y un después en la vida de Carmen Conde, como en la de tantos españoles que la sufrieron. Carmen Conde no vuelve a pisar esta tierra públicamente, oficialmente. Pero recurre a su experiencia física para volver a recrearla en su obra como hiciera con aquellas prosas líricas veinte años atrás, durante los que se vio obligada a esconderse tras los seudónimos y a no mencionar su pasado para no poner en riesgo la vida de otros. Así, en el libro infantil Don Juan de Austria publicado por Hesperia en 1943, realiza un paréntesis para recrearse por el puerto de Cartagena, el paso de Cervantes por la ciudad, el monumento funerario de la Torre Ciega y la amada visión del monasterio de San Ginés de la Jara. Pero será en 1954, con su novela Las oscuras raíces por la que consiguió el Premio Elisentda de Moncada, donde se detiene por el eterno huerto de naranjos, los rosales, las palmeras y el mismo Cabo de Palos, al que menciona de pasada haciendo un recorrido por el paisaje marino del Levante español".

Desde Cabo de Palos a Cabo de San Antonio corren los anhelantes corceles del oleaje buscando pistas que sólo hollaron en el cielo. La espuma ambiciona aquel país, se levanta, lo roza, para volver a dormirse en las playas cuajadas de conchas pulidas y caracoles diminutos. No es el fiero inacabable y rápido, infatigable fragor del Cantábrico; es un olear denso, hondo, que casi en silencio aspira a los cuerpos y se los lleva, diabólico, para devorarlos mansamente. Sobre el aceitoso verdor del agua resbalan barcas inocentes que no supieron nada hasta la hora de volver al puerto...

El mismo año de Las oscuras raíces, Carmen Conde publica Cobre, con los relatos "Destino hallado" y "Solamente un viaje". En el primero, refleja buena parte de los recuerdos de su infancia,  adolescencia y juventud:

Entonces mi padre nos envió a Cabo de Palos para que se aliviara mi irritabilidad estival. Me llevé unos libros y, entre ellos, El ángel, el molino, el caracol del faro. Gabriel Miró vivió en Cabo de Palos, en casa de unos parientes suyos, amigos de mi abuelo, y conocía las trágicas anécdotas del Cabo. Precisamente en aquel libro suyo se hablaba del naufragio del Sirio****, un barco que se hundió por culpa de la borrachera de su capitán, que lo metió en los bajos de las Hormigas. En la playa del Cabo se veían sepulturas de unas monjas, las mismas que Miró describe magistralmente, a las que el agua arrojó a la playa púdicamente envueltas en sus hábitos. Hice amistad con unos pescadores que me dijeron que ellos habían llevado a Gabriel Miró en su barca, hasta Las Hormigas, hasta Escombreras. Era un señor alto, rubio, con un mechón de cabellos sobre la frente, muy educado y muy cariñoso. Sí, yo lo había visto ya en Madrid, a tanto me atreví y le amaba con profundo respeto y admiración inextinguible. Subimos al faro, palmera que se cimbrea cuando el viento sopla amenazador. Nos tendimos en la playa, escalamos rocas agudas, vimos funcionar la radiotelegrafía del Cabo, sembrando chispazos en torno suyo, al mando de un apuesto funcionario llamado Rojas, hombre cordial y generoso. Fuimos felices unos días largos y volvimos en coche hasta Los Blancos; allí nos desviamos para visitar el Convento de San Ginés de la Jara en ruinas...


Miguel Hernández, Carmen Conde y Antonio Oliver ante el molino del tío Poli, en Los Dolores (Cartagena), 24 de agosto de 1935
Fotografía Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver


Carmen Conde, junto al mar




María Cegarra, Carmen Conde y Antonio Oliver en homenaje a Gabriel Miró el 2 de octubre de 1932 - Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver


Cabo de Palos se hunde en el mar, violentamente. Pocos son los que han hablado de su solitaria hermosura, pero entre ellos está Gabriel Miró y Andrés Cegarra Salcedo, aquel escritor paralítico que supo recorrérselo con firmeza.

Cabo de Palos es el extremo ambicioso de un litoral suave, ceñido por una manga de tierra que lo separa del mar Mediterráneo poblado de graciosas islas menudas y solitarias. Mar Menor se llama este gran charco de agua espesa, salobre, densa, más azul que ninguna y más olorosa. En el extremo de la sierra minera, que llega desde Cartagena casi y se encuentra antes del mar Menor hay montecillos no tan lunares como los de Los Blancos, no tan austeros como los que sostienen la ermita de Los Ángeles sobre San Ginés de la Xara: pequeños montes por cuyas laderas bullen rebaños de cabras olisqueando un pasto casi imaginario...



*María Victoria Martín González (Cartagena, 1964) es doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia. Como filóloga ha dedicado sus estudios a la vida y obra de Carmen Conde. Ha recibido el Premio Nacional de Investigación del Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver por su obra Proyección internacional de Carmen Conde: el viaje como pretexto (Ayuntamiento de Cartagena, 2002).

"Cabo de Palos en la vida y obra de Carmen Conde" fue publicado en el número 24 de la revista Cartagena Histórica, correspondiente a julio-agosto de 2008

**"Estampas del faro" forma parte de una serie de relatos que Gabriel Miró publicó en el periódico barcelonés La Publicitat entre 1919 y 1920 y que fueron recogidos en el libro El ángel, el molino y el caracol del faro, publicado en 1921   https://historiasyleyendasdecartagena.blogspot.com/2018/09/estampas-del-faro-el-sicilia-de-gabriel.html
Sobre la tragedia del traatlántico, véase El Naufragio del Sirio

***En octubre de 1934 se puso en marcha la primera biblioteca pública en Cabo de Palos, gracias a las gestiones llevadas a cabo por la directiva de la Universidad Popular de Cartagena junto al Patronato de Misiones Pedagógicas, encabezadas por Carmen Conde y su marido Antonio Oliver.
Un año más tarde, el 4 de diciembre de 1935, decidieron ponerle nombre: “Biblioteca Popular de Cabo de Palos”, nombrándose como presidente al mencionado Ángel Rojas Veiga, como directora técnica a Carmen García Calvo y de vocales a Antonio Gil y Francisco García, ambos torreros, y  Joaquín Más Aracil, el por aquél entonces maestro en el pueblo.


****Miguel Hernández (el quinto por la derecha si se mira la foto de frente). En la foto aparecen también Antonio Oliver, Ángel Rojas Veiga y su mujer Rita Ferrer. La fotografía fue tomada posiblemente por Carmen Conde- el día 28 de agosto de 1935. Un día antes, Miguel Hernández había pronunciado una conferencia en Cartagena, dentro de las Misiones Pedagógicas, y para el día siguiente había programado una excursión a Cabo de Palos junto a su amiga Carmen Conde y su amigo Antonio Oliver.
"La Universidad Popular contó con la colaboración de la Junta Local del Patronato de Turismo que facilitó el traslado de los excursionistas y la reducción del coste del viaje. La expedición fue recibida por el jefe de la Estación de Radiotelegrafía de Cabo de Palos, Ángel Rojas Veiga. La excursión contó con un acompañante de excepción, el poeta Miguel Hernández"


Cabo de Palos en la vida y obra de Carmen Conde