El temporal de abril de 1927



De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo. (Pablo Neruda)

Temporal de abril de 1927 en el Puerto de Mazarrón. Archivo AR

Durante la mañana del 12 de abril de 1927 las costas de Cartagena, Mazarrón y Almería se vieron azotadas por uno de los más graves temporales que se recuerdan en el sureste español, quedando en Cabo de Palos aislada la zona del faro y la estación de radio. El mar causó destrozos en diversas viviendas de la población, algunas de las cuales quedaron inundadas. En El Estacio, se fue a pique el pailebot “María” y las Encañizadas quedaron destruidas. En Portmán, se estrelló el pailebot “Elena Beltrán”, cuyos tripulantes fueron salvados por los pescadores del laúd “San Antonio”, y en tierra el viento causó grandes destrozos, quedando la población incomunicada. En Mazarrón se perdieron los veleros “Virgen del Carmen”, “María Luisa” y “Leonor García”, quedando dañada la polagra-goleta “Isabel” y la balandra “Lola”. El vapor cartagenero "Choncholita", que transportaba mineral a Portmán, se hundió en las costas de Carboneras, tragándose el mar a toda la tripulación, excepto al contramaestre. Murieron ocho personas. 


El 'Choncholita', atracado en el puerto de Cartagena, con el Castillo de los Moros de fondo

Más grave fue la situación en la provincia de Almería. En Níjar, la madrugada del 12 de abril naufragaron varias embarcaciones y perecieron ahogados cuarenta y cinco pescadores. Solo se rescataron nueve cadáveres en las playas de Rodalquilar, Las Negras y Cala San Pedro. La goleta "Unión", que se dirigía al puerto de Mazarrón cargada de mineral, se hundió frente a las costas de Níjar, muriendo una decena de personas. La noche del 14 de abril se hundió también el palangrero "Marchena" con siete tripulantes, de los que solo uno pudo salvarse tras doce hora de lucha. 

Cabo de Palos

A principios del siglo XX Cabo de Palos era un pueblo tranquilo de pescadores que poco a poco se iba convirtiendo en lugar de veraneo de las familias acomodadas de la zona, hecho que, repetido de generación en generación, terminó dando lugar al boom turístico de los años 70 y a la masificación a partir de la primera década del siglo XXI.

Archivo personal de Ángel Rojas



Esta tranquilidad de la zona se vio alterada en diferentes ocasiones, ya fuera a causa de naufragios (SirioStanfield), la Primera Guerra Mundial (SM U35) o temporales como en febrero de 1920 o abril de 1927.

Isla y faro de La Hormiga. Archivo personal de Ángel Rojas



Estaba el camino del faro negro y afilado de viento con lluvia. Un terrible huracán de olas se rompía en los oídos... ¡Oscuro el mar, todo el mar desde Cabo de Palos, por una noche de tormenta blanca y roja sobre su faro!... ¡Ay tierra desnuda, desierta, horadada en su menhir! Carmen Conde

Todo el personal de la estación, con su director don Ángel Rojas Veiga, pasó la noche (13 de abril de 1927) aislados por el mar, recibiendo y transmitiendo dichas señales de socorro.

Puesto del Cura en 1927. Archivo AR. Imagen de revista




“El viento huracanado de Levante que se dejó sentir durante todo el martes alcanzó en esta noche madrugada del miércoles proporciones inquietantes, causando enormes daños en toda la población.

Desde Cabo de Palos llegan noticias desconsoladoras. Olas gigantescas han invadido la playa de La Barra llegando a lugares donde jamás se puedo sospechar; la casa que en aquel paraje posee el exdiputado a Cortes don Eduardo Espín ha sufrido grandes daños y así mismo la casa del señor Malo.

Durante la madrugada del miércoles las olas de la playa de Levante, uniéndose con la Barra, hicieron del extremo del cabo una isla.

En la estación de Radio se recibieron angustiosas llamadas de auxilio, entre ellas, las más insistentes de un navío griego que decía encontrarse cerca de Orán.

Todo el personal de la estación, con su director don Ángel Rojas Veiga, pasó la noche aislados por el mar, recibiendo y transmitiendo dichas señales de socorro.

La costa ha aparecido con numerosos bocoyes y maderos arrojados por el mar.”

El Liberal, 16 de abril de 1927

“Los cimientos de diez o doce casas fueron socavadas por las aguas, dejándolas en malas condiciones de estabilidad.

También penetraron las aguas en el templo, después de haber roto un muro y la verja de la explanada de la puerta.

Una casita que habitaba Luís Ballester Lucas recibió tantos y tan violentos golpes de las olas que se derrumbó.

Luís y su familia, ante el inminente peligro que les amenazaba, abandonaron la casa pocos momentos antes de ocurrir el hundimiento.

No ha habido que lamentar desgracias personales.

Con el fin de evitar robos en las casas cuyas puertas y ventanas fueron rotas por las acometidas del mar, la guardia civil ha montado un servicio especial de vigilancia.

Según la primera impresión los daños ocasionados se calculan en unas cuarenta mil pesetas.”

El Porvenir 16-4-1927; Cartagena Nueva 17-4-1927; El Eco de Cartagena 20-4- 1927. 

Otra versión de esta entrada fue publicada da anteriormente en el blog Ángel Rojas Veiga: Historias de un republicano